Italia tiene una posición muy peculiar en la cultura homosexual. Es (junto con Grecia) el país europeo que figura más frecuentemente en la literatura de autores gays procedentes de países del norte (Francia, Gran Bretaña, Países Bajos, Alemania, pero también Estados Unidos). Sin embargo es uno de los países con una cultura homosexual menos articulada. No se habla del tema y las relaciones lésbicas siguen siendo un tabú. Los homosexuales, se ven condenados a la oscuridad, y el silencio se traduce en una fuerte homofobia implícita.Los hábitos sexuales de la antigua Roma, desaparecieron en la Italia medieval, el código de Justiniano, que condenaba a los sodomitas a la hoguera, es la primera manifestación de la reacción antihomosexual que se prolonga hasta el Renacimiento.
Durante el siglo XIII encontramos manifestaciones de homoerotismo en la obra de Brunetto Latini, Rustico de Filippo y Guido Cavalcanti.
Con el Renacimiento aparecerá de nuevo una clara perspectiva homosexual en la literatura y el arte. Marsilio Ficinio (1433-1499), traductor e intérprete de Platón, inicia la moda del neoplatonismo, marco en que se expresa el discurso homosexual de la época. Alunos de los grandes creadores del Renacimiento italiano, como Miguel Ángel, Caravaggio o Leonarde da Vinci reflejan en su obra (de manera más o menos directa) su fascinación por el efebo masculino.
Florencia y Roma fueron centros importantes de cultura homosexual durante este período y así eran reconocidos en el extranjero. Los papas renacentistas tenían una vida sexual variada, y un buen número de políticos y personalidades relevantes siguieron tan legítimo ejemplo. Una bisexualidad relajada y promiscua parece haber sido la norma entre intelectuales y artistas.
Pero hacia finales del siglo XVI se origina una ola de conservadurismo, asociado a la mentalidad de la Contra-Reforma que acabará con esta "época dorada".
Hay pocas manifestaciones de homosexualidad entre los primeros años del siglo XVII y principios del XX.
Durante la Ilustración encontramos textos en los que se defiende una descriminalización de la homosexualidad (todavía condenada a muerte).
En el siglo XIX hay prácticamente un vacío, aunque cabe señalar que es el momento en que Italia empieza a adquirir un valor especial como destino del incipiente "turismo gay" europeo.
La llegada del siglo XX no trae consigo el resurgimiento de la reflexión sobre el homoerotismo y el auge de la cultura homosexual que se conoce en otros países, incluido España. La trilogía compuesta por Pier Paolo Pasolini, Umberto Saba y Sandro Penna es todo lo que encontramos en lo que respecta a la representación explícita de voces homosexuales hasta la aparición de autores como Aldo Busi y Pier Vittorio Tondelli. Fuera del ámbito literario es necesario citar a directores de cine como Luchino Visconti y Franco Zeffirelli o dramaturgos como Giuseppe Patroni Griffi y Giovanni Testori. Sólo recientemente se ha empezado a hablar de la articulación de un discurso homosexual en la obra de autores importantes.Al parecer, como sucede en España, los estudiosos, universitarios e intelectuales tienen miedo de enfrentarse con el tema.
Escritoras cuyo lesbianismo es conocido, como Sibilla Aleramo (1876-1960) o Dacia Marini, han explorado el tema con profundidad en sus escritos. De modo similar, la escritora Natalia Ginzburg utiliza al homosexual como símbolo de la cruel indiferencia que la sociedad muestra a las mujeres y de la esterilidad de las relaciones humanas.
Por último, cabe citar la novela italiana de más éxito de todos los tiempos, El nombre de la Rosa de Umberto Eco, la clave de cuya intriga está en las relaciones de afecto entre los monjes de un monasterio y en la que el personaje del inquisidor trata de utilizar un discurso homofóbico para imponer su propio orden.
Las contradicciones que existen en el campo de la experiencia homosexual en Italia pueden deberse a las propias diferencias sociales dentro del país. Parece haberse llegado a una especie de acuerdo según el cual no se toman medidas represivas siempre y cuando no se exija un cambio en las estructuras, la invisibilidad se equipara con la libertad de hacer lo que uno quiera.
Fuente: lasculturaslospaisesylasrelacioneshomosexuales

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